miércoles, 21 de noviembre de 2012

QUE NO PARE LA MICRO


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Pensar de que nos conocimos casualmente en un micro y nos pusimos a viajar juntos sin saber pa’ donde íbamos. El chofer siempre ha sido súper considerado con nosotros y todo ha jugado a nuestro favor, no hemos tenido tráfico ni tacos y lo mejor es que la vista por la ventana es hermosa, y obvio, no es casualidad que justo al lado tuyo hubiera un asiento disponible, yo me senté no más, esperando nada, sólo quería llegar a destino pero no sabía que iba a ser el recorrido más especial de mi vida. Al principio me dediqué a observar el paisaje tratando de ver por la ventana y sin querer me encontré con tu mirada, con tus ojitos bonitos ahí al lado mío, y la verdad verdad, si el panorama allá afuera era bonito, el segundo en que nuestras miradas se cruzaron no tiene comparación (eso fue justo al atardecer pasando por la playa, sol ocultándose y cielo anaranjado). Te veías tan hermosa ahí a mi lado, no pude evitar preguntarte dónde ibas, me sonreíste y me dijiste que no sabías pero querías ir bien lejos, raramente yo había tomado esa micro por la misma razón, de hecho quería un viaje eterno... Y nos fuimos quedando solos ahí arriba; los pasajeros comenzaron a bajarse en diferentes paraderos, y yo seguía ahí perdiéndome en tus palabras, aprendiendo a conocerte. Mientras me hablabas, trataba de aterrizar el momento en mi mente, no entendía por qué tu mundo me parecía tan interesante si a la vez era tan opuesto al mío, no terminaba de saber de ti, tú, tan impredecible y con tantas facetas, que yo -a pesar de ser tan poco audaz- quise aventurarme en descubrir. Supongo que se nos fue pasando el tiempo en el viaje y en la conversación -digo supongo porque jamás tomé en cuenta el tiempo allí arriba; aún no lo tomo en cuenta-. Entre algunos temas que tocamos me hablaste sobre las cosas que amabas, me hablaste de tu Padre Sobrenatural –a quien yo también conocía pues coincidentemente era mi Padre también- esta hermosa coincidencia hizo que al instante, y mágicamente, mi corazón quedara unido al tuyo. “Mira, toca la palma de mi mano” –me dijiste- “¿puedes sentir?”; “sí!” –dije yo, emocionado por lo sobrenatural del momento. Sólo en el centro de su palma derecha se sentía un calor especial-; “es Él” –me dijiste- “está aquí y vive en mi”. Su mano, el momento, mi corazón, su corazón, Él en ella, Él en mi, Él ahí, todo absolutamente todo –incluso la micro en la que íbamos se volvía Sobrenatural-. Sin decirte nada, en ese momento decidí que quería compartir contigo mi viaje sin rumbo, juntos a la eternidad; espontáneamente te abracé y así me quedé, pegado a ti. 
Aún más pienso que vivo, pero mis pensamientos son más lindos si estás tú presente.

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